Un hallazgo de hace poco más de 50 años es la cueva de Balamkú (Cueva del dios Jaguar), fue motivo de un llamado de atención para Guillermo De Anda y su equipo de investigadores.
“La cueva del dios jaguar” fue descubierta por ejidatarios de la comunidad San Felipe en 1966. En específico, un niño maya llamado Esteban Mazón, encontró un árbol verde en medio de una zona totalmente seca, lo que llamó su atención. Al aproximarse al árbol por intuición consideró que posiblemente había agua debajo.
De Anda detalló que ingresar a la cueva Balamkú fue como entrar a un “gusano” por su forma serpenteante.
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“A partir de los 400 metros, tras andar pecho tierra, se empiezan a abrir algunas galerías y cámaras, la mayor de ellas con 3.80 m de altura, que es justo donde se encuentran las grandes ofrendas”, indicó el investigador.
Cueva de Balamkú en zona arqueológica de Chichén Itzá
Hay que mencionar que dicha cueva se encuentra a 2.7 kilómetros al este de la Pirámide de El Castillo en el estado de Yucatán.
Para los antiguos mayas, las cuevas no eran una cavidad aleatoria, pues para dicha cultura eran sitios sagrados donde se podían conectar con lo divino. Pero una vez eran usados, se tapaban; es por ello que la cueva de Balamkú fue descubierta miles de años después.
En la cueva de #Balamkú, en #Yucatán, pudo usarse humo de pino para ofrendar a los dioses.
Estudios de los materiales orgánicos contenidos en los incensarios de las #ofrendas de ese espacio, indican el uso de madera de pino en rituales.
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Los antiguos mayas colocaron ofrendas en galerías recónditas y restringidas de la cueva Balamkú, donde hasta ahora se registraron al menos 7 ofrendas con objetos como:
- Cajetes
- Piedras de molienda
- Malacates
- Metates en miniatura
- Tapas de incensarios con representaciones de jaguar.
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