En el Parque Nacional Natural Serranía de Chiribiquete, en la Amazonía colombiana, arqueólogos han hallado un mural prehistórico de aproximadamente 13,000 años de antigüedad que ya ha sido apodado como la “Capilla Sixtina Prehistórica”. Se trata de un conjunto de pinturas que se extiende a lo largo de más de 12 kilómetros de paredes rocosas, convirtiéndose en uno de los hallazgos más extraordinarios de la arqueología en América.
Las pinturas representan escenas de animales hoy extintos, como mastodontes, perezosos gigantes y caballos salvajes, además de figuras humanas que interactúan con ellos. Estos trazos son más que arte rupestre: constituyen un registro de la vida en plena Edad de Hielo, donde los pueblos de la región convivían con una megafauna que desapareció hace miles de años.
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El equipo de investigadores, encabezado por el arqueólogo José Iriarte de la Universidad de Exeter, explicó que las pinturas fueron elaboradas con pigmentos naturales extraídos de plantas y minerales. Su preservación a lo largo de milenios es testimonio de la habilidad técnica de los pueblos originarios y de las condiciones ambientales que favorecieron su conservación.
La magnitud del mural es impresionante. No se trata de una cueva aislada, sino de kilómetros de paredes cubiertas con miles de figuras. Esta escala sugiere que el arte tenía un rol central en la vida social, espiritual y comunitaria de estos pueblos, posiblemente como espacio ritual o como medio para transmitir conocimientos a las nuevas generaciones.
El descubrimiento también ha abierto debates sobre la conservación del sitio. La selva amazónica enfrenta amenazas como la deforestación, la minería ilegal y el cambio climático, lo que podría poner en riesgo este patrimonio invaluable. Expertos internacionales han urgido a reforzar las medidas de protección para garantizar que el mural sobreviva intacto para las futuras generaciones.
Desde el punto de vista académico, el hallazgo es fundamental. Las escenas ofrecen pistas inéditas sobre la relación entre los humanos y la fauna extinta de la región, lo que contribuye a debates sobre la migración, adaptación y evolución cultural en el continente americano. Cada figura es una pieza que ayuda a reconstruir un capítulo poco conocido de nuestra historia.
Para las comunidades indígenas actuales, el mural es también un símbolo de continuidad cultural. Muchas de las prácticas espirituales y de respeto hacia la naturaleza que aparecen reflejadas en las pinturas siguen presentes en su cosmovisión. De esta manera, el hallazgo no solo pertenece al pasado, sino que dialoga con el presente.
El mural ha despertado gran interés internacional, al punto de que ya se proyectan documentales, exposiciones y publicaciones que difundirán su relevancia. Para Colombia, representa una oportunidad de posicionarse en el mapa global de la arqueología y de destacar la riqueza cultural que guarda su territorio.
No obstante, los expertos insisten en que cualquier plan de difusión debe equilibrarse con la conservación. La apertura turística sin controles podría poner en riesgo el mural, por lo que se buscan estrategias de visitas sostenibles y programas de educación ambiental que sensibilicen a la población.
La “Capilla Sixtina Prehistórica” de Colombia emerge como un testimonio majestuoso de la capacidad creativa y espiritual de la humanidad. Más que un hallazgo arqueológico, es un recordatorio de que el arte ha sido, desde los orígenes, una forma de comprender el mundo y de dejar huella para quienes vienen después.
Las paredes de roca están cubiertas de pinturas que representan animales extintos hoy en día, como mastodontes, perezosos gigantes y caballos salvajes. Estas imágenes fueron creadas por pueblos que vivieron en estrecha relación con estas criaturas colosales, y ofrecen un registro vivo del pasado. Cada golpe de pincel revela la conexión profunda entre los humanos y la naturaleza que los rodeaba.
Estas representaciones no son solo obras de arte, sino también un testimonio de la conexión espiritual y cultural entre los humanos y el mundo natural. El conocimiento, la memoria y la espiritualidad están entrelazados en cada imagen, ofreciendo una visión única de la forma en que nuestros antepasados entendían el mundo que los rodeaba.
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