¿Te has preguntado alguna vez si el ADN de los perros influye en su carácter? La Universidad Eötvös Loránd, en Hungría, ha llevado a cabo una investigación fascinante que revela cómo la genética de los canes podría jugar un papel fundamental en su comportamiento, llegando incluso a determinar por qué algunos perros son tan amables y sociables.
Para comprender mejor esta relación, es útil imaginar el ADN (ácido desoxirribonucleico) como un gigantesco libro de recetas. En este libro, cada letra (representada por las bases A, T, C y G) se combina para formar palabras que, a su vez, constituyen recetas. Estas recetas son esenciales para construir las diferentes partes de nuestro cuerpo y para establecer cómo funciona cada una de ellas.
A través de un estudio detallado de la genética animal, los científicos han llegado a la conclusión de que el ADN de los perros tiene una influencia significativa en su carácter. Algunas secciones del ADN contienen instrucciones específicas para la formación del cerebro, y estas instrucciones pueden determinar el tamaño y el funcionamiento de ciertas áreas cerebrales. En particular, las áreas del cerebro que están relacionadas con las emociones y las interacciones sociales podrían ser más desarrolladas en perros que son naturalmente amigables.
Además, el ADN posee lo que podríamos describir como “interruptores”, que son capaces de activar o desactivar ciertos genes. Estos interruptores tienen la capacidad de influir en la producción de sustancias químicas en el cerebro, sustancias que están estrechamente vinculadas con el estado de ánimo y el comportamiento de los perros. Por ejemplo, un perro que posee una combinación genética particular podría producir más de estas sustancias, lo que lo haría sentir más relajado y sociable en comparación con otros perros.
Una parte interesante de esta investigación tiene que ver con los retrotransposones, pequeños elementos genéticos que actúan como parásitos, insertándose en distintas partes del genoma. En los perros, un retrotransposón específico ha sido asociado con la sociabilidad. Cuando este elemento se inserta en un lugar particular del genoma, puede alterar la forma en que se lee y utiliza la información genética contenida en ese gen, lo que a su vez podría tener un impacto significativo en el comportamiento del animal.
El análisis detallado de los datos obtenidos permitió a los investigadores concluir que la combinación de estas “recetas” y “interruptores” hace que cada perro sea único. Algunos pueden tener una predisposición genética para ser más amigables, mientras que otros podrían ser más reservados. Sin embargo, no son solo los genes los que determinan el carácter de un perro; el ambiente en el que se cría también juega un rol crucial en su desarrollo social.
El estudio realizado en la Universidad Eötvös Loránd fue exhaustivo. Etólogos, veterinarios y genetistas húngaros seleccionaron una muestra diversa de perros, incluyendo diferentes razas y perros mestizos, con el objetivo de identificar patrones genéticos asociados con una variedad de comportamientos. Además de recoger muestras de ADN a partir de sangre o saliva, los investigadores recopilaron información detallada sobre el comportamiento de cada perro a través de cuestionarios realizados a sus tutores. Estos cuestionarios abordaron temas como la sociabilidad, la agresividad, el miedo, entre otros rasgos.
Una vez en el laboratorio, los científicos procedieron a extraer el ADN de las muestras y a secuenciarlo, determinando el orden exacto de las bases nitrogenadas (A, T, C y G) que componen el ADN. Compararon las secuencias genéticas de diferentes individuos para identificar variaciones genéticas que pudieran estar relacionadas con comportamientos específicos.
Los investigadores se enfocaron en regiones particulares del genoma, como el gen GTF2I, que ya había sido asociado con el comportamiento social. Utilizaron técnicas avanzadas de biología molecular para estudiar la organización del ADN dentro del núcleo celular, lo que les permitió identificar estructuras como bucles de cromatina que podrían influir en la expresión de los genes. Comparando individuos con diferentes variantes genéticas, lograron identificar posibles diferencias relacionadas con el comportamiento, concluyendo que el ADN de los perros tiene un impacto notable en su carácter.