¡Abuelito trabajador! En una cartulina sostenida con firmeza frente al parque Revolución, en la zona de Los Sauces, se leía un mensaje sencillo pero poderoso: “Cambio por comida o lo que guste apoyar”. El letrero, escrito con letras negras, llamó la atención de transeúntes y pronto despertó la solidaridad de la comunidad xalapeña.
Detrás de esas palabras está la historia de don Ambrosio, un hombre de 61 años originario de Coscomatepec, Veracruz, que encontró en el trueque de plantas una manera de enfrentar la falta de empleo. Antes trabajaba como albañil, cargando cemento, tablas, fierros y herramientas en obras de construcción. Sin embargo, con el paso del tiempo y debido a su edad, las oportunidades laborales se cerraron.
Don Ambrosio, un abuelito que no se rinde
Hoy, la prioridad de don Ambrosio no es vender, sino garantizar el alimento diario de su familia. Vive con tres de sus nietos, hijos de sus propios hijos que trabajan fuera de la ciudad.
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Aunque en ocasiones recibe apoyo económico de ellos, este no siempre llega. “A veces me mandan, a veces no, así que yo tengo que trabajar”, comenta con una mezcla de resignación y esperanza.
Cada mañana se levanta temprano para recorrer calles y plazas de Xalapa, así como otros municipios que conoció en su juventud mientras laboraba como albañil. Carga con sus macetas y las ofrece a cambio de comida o algún apoyo económico. “Tener familia es apoyarla, fortalecerla, a pesar de las adversidades”, afirma.
Las inclemencias del clima —lluvias, sol intenso o viento fuerte— no detienen su rutina. Él sabe que cada intercambio representa una comida en la mesa de sus nietos. “Mis nietos dependen de mí, y mientras pueda caminar, voy a seguir”, asegura.
La historia de don Ambrosio se ha viralizado
El pasado domingo 10 de agosto, su historia se hizo visible gracias a vecinos que, conmovidos por su situación, se organizaron para llevarle víveres. Al final de la jornada, don Ambrosio reunió una despensa completa que le permitirá alimentar a su familia durante varios días.
“Xalapa me apoyó y hoy puedo llevar comida a mi casa”, expresó con gratitud, mientras acomodaba bolsas con arroz, frijol, aceite y verduras.
La historia de don Ambrosio recuerda que la solidaridad sigue viva y que, a veces, un pequeño gesto puede significar mucho para quienes enfrentan las dificultades del día a día.
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